sábado, 4 de abril de 2009

La casa del 215 - Capitulo I

Dos días antes de ir a la casa

Sábado. Hace un tiempo, no mucho, que poseo como herencia, por mi abuela, la casa del 215, antes debo mencionarles que parte de mi niñez la pase en esta casa junto con mis hermanos y mis primos. Nos íbamos a pasar los veranos de vacaciones a Pucusana y haciendo memoria siempre se dijo que en la casa pasaban cosas raras, yo mismo lo comprobé una vez, recuerdo una noche que nos quedamos solos los menores en la casa, mis tíos y mis padres salieron a una fiesta del club, yo tendría unos 11 años, nos reunimos en el cuarto mas grande de la casa el cual era un dormitorio de varias camas donde dormíamos todos los primos. Empezamos acontar historias de aparecidos y de repente en un momento se empezaron a escuchar unos golpecitos que al principio no notamos pero que se hicieron mas fuertes para cesar repentinamente, todos nos quedamos en silencio y mi hermano José se envalentono y dijo al aire como desafiando al probable espíritu “A ver que pase algo, a ver pues…” e iba a continuar su discurso cuando en ese momento fallaron las luces, bajaron de intensidad hasta casi desaparecer por unos segundos para luego volver a la normalidad, en seguida un silencio interminable, se me erizo la piel, algunos se santiguaron, sin decir nada nos fuimos a dormir, ninguno fue al baño que quedaba al fondo de la casa y estaba a oscuras, simplemente como si fuera una orden tacita, nos metimos cada unos en nuestras camas, yo cerré los ojos fuertemente, dormimos con la luz prendida, nadie se atrevió apagarla.

El hecho es que yo no iba a Pucusana desde que era un niño, y según me entere por un familiar, la casa fue prácticamente abandonada luego de que mi abuela, en ese tiempo la dueña, pasara un fin de semana en la casa, básicamente fue ella misma quien prohibió las visitas al lugar, de algún acontecimiento que haya podido precipitar esta decisión, mi abuela nunca menciono nada al respecto y cualquier secreto o motivo se lo llevo a la tumba. Lo concreto es que se dejo de frecuentar la casa e incluso se dejo de pagar los servicios de agua y luz. En resumen se dejo el sitio como morada de cucarachas y ratones.

De la razones por las que mi abuela cuando falleció me dejo la casa del 215 a mi nombre no lo se exactamente pero deduzco que de entre sus varias propiedades que tenia por alguna fortuna fue la propiedad de Pucusana la que me toco a mi en herencia.

Y las razones por las cuales regreso a la casa después de más de veinte años son una mezcla de crisis personal, de ansias de probar nuevas experiencias, necesidad por un tiempo en solitario y principalmente afán de curiosidad por descubrir si esas historias de extraños fenómenos que tanto se murmura en mi familia sobre la casa son ciertas. Confieso que, a pesar de tener en posesión la casa hace poco mas de medio año, no la he visitado debido a la pereza que me producía el solo hecho de pensar en ir hasta tan lejos para además tener que limpiar y ordenar un lugar deshabitado por año y medio pero debido a cambios de animo en mi persona, a disponibilidad de tiempo, a una búsqueda personal de lo desconocido, finalmente he decidido retornar a la casa de mi niñez.

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